Citando a... Oscar Wilde

¡Hola pensadores! ¿Cómo están? Yo espero que bien, ya en pocos días es el día del estudiante, acá en mi escuela están preparando un baile y se elegirán al rey y la reina, pero en fin. El día de hoy vengo con una nueva entrada de una sección que hace SIGLOS que no retomo. Y esa es Citando a... que no tiene mucho pierde. Simplemente consiste en poner mis citas favoritas de un libro. Esta vez es de El retrato de Dorian Gray de OSCAR WILDE. Así que, sin más, empecemos: 

¡Que gente más rara sois los pintores! Sois capaces de darlo todo por ganaros una reputación y en cuanto la tenéis no parece sino que estáis deseando echarla por la borda. Esto es una necedad tuya, pues sólo hay en el mundo una cosa peor que el que hablen mal de uno y es que nadie hable. 

Cuando quiero a alguien muy intensamente no me gusta decir su nombre a nadie. Es como renunciar a una parte de él. Me ha dado por amar el secreto. Es lo único que puede hacernos la vida moderna misteriosa y sorprenderte. La cosa más vulgar se torna deliciosa en cuanto alguien no la oculta.

Harry, -dijo Basil Hallward, mirándole cara a cara-, todo retrato pintado con emoción es un retrato del artista, no del modelo. El modelo no es quien es revelado por el pintor; antes bien es el pintor quien se revela a si mismo en el lienzo pintado. La razón por la cual no quiero exponer este cuadro es que temo haber mostrado en él el secreto de mi propia alma.

Vivimos en una época en que los hombres tratan al arte como si fuera una forma de autobiografía. Hemos perdido el sentido abstracto de la belleza.

Porque influenciar a una persona es tanto como darle nuestra propia alma. Ya no piensa en sus pensamientos naturales, ni arde con sus pasiones naturales. Sus virtudes ya no son suyas. Sus pecados, si es que hay pecados, son prestados. Se convierte en el eco de una música ajena, en el actor de un papel que no había sido escrito para él.

¡Palabras! ¡Simples palabras! ¡que terribles son! ¡Qué claras y vivas y crueles! ¡Quién puede escapar de ellas! Y, sin embargo, que magia sutil hay en ellas. Parecen capaces de dar forma plástica a cosas informes y tener una música propia tan dulce como la del violín o la del laúd.

Si -continuo Lord Henry-, ese es uno de los grandes secretos de la vida curar el alma por medio de los sentidos y los sentidos por medio del alma.

Detrás de todo lo exquisito siempre hay algo trágico. 

Hablarle era como tocar un violín maravilloso. Respondía a cualquier contacto y vibración del arco...

-Las paradojas están muy bien para matar el tiempo -agrego Sir Thomas-; pero...

-¿Era una paradoja? -pregunto Mr. Erskine-. No lo creo... Si; tal vez lo fuera. Después de todo, por la paradoja se llega a la verdad. Para conocer la realidad hay que verla en la cuerda floja. Sólo podemos juzgar las verdades cuando se hacen acróbatas.

Hoy en día la gente sabe el precio de todo y el valor de nada. 

La experiencia no tenía valor ético alguno. Era sencillamente el nombre que da el hombre a sus errores.

Cuando somos felices siempre somos buenos, pero cuando somos buenos no somos siempre felices.

El amor es una cosa más maravillosa que el arte.

Vivimos en una época que lee demasiado para ser sabia y piensa demasiado para ser hermosa.

Había pecados cuya fascinación estaba más en recordarlos que en cometerlos, extraños triunfos que satisfacen el orgullo más que las pasiones y proporcionan a la inteligencia un intenso sentimiento de placer, mayor que el que dan o pueden dar nunca a los sentidos.

Tal vez nunca parece uno tan natural como cuando hay que fingir. 

Y, en verdad, no merece la pena engañar a quien nunca ve nada.

-¿Y qué es el arte? -preguntó ella.

-Una enfermedad.

-¿Y el amor?

-Una ilusión.

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero si pierde... si pierde su propia alma?

Esas son todas, espero que les hayan gustado ¡Comentenme sus favoritas y díganme si ya leyeron el libro!